En una época en la que mi mayor contacto con los estimulantes eran los sobres de café soluble Nescafé cappuccino, no podía arriesgarme a llegar tarde a la entrega de Modelado. Nunca fui la mejor estudiante de la clase pero para mí lo importante era participar.
—Esta noche me quedo en vela haciendo el trabajo, búscame si me falla el despertador, porfa —le dije a la tita antes de darle las buenas noches e irme a mi cuarto.
Ella vivía en el piso de al lado junto a la abuela (su hermana), el abuelo y el tito (hermano de mi madre). Ya solo quedaban las hermanas. Tenerlas puerta con puerta hizo que dividiéramos las rutinas de un piso a otro y que nadie más allá de la familia entendiera nuestro funcionamiento.
—Rézale a las ánimas benditas y diles la hora a la que quieres que te despierten para no quedarte dormida —respondió la tita sin inmutarse mientras la abuela asentía con aprobación al otro lado del sofá.
Esas señoras vivieron la guerra, perdieron a su padre durante la adolescencia y tuvieron que coser banderas para poder comer mientras sorteaban las burlas de las tropas italianas apostadas en el colegio junto al que vivían. Le tenían miedo a muy pocas cosas y ésta no era una de ellas.
—Las ánimas te despertarán acariciándote un pie o tirándote del pelo —añadió la abuela para terminar de convencerme.
Nunca entendí moverse entre dos cosas tan contradictorias, pero parecía lógica tal perversión en unos seres que están eternamente hirviendo.
Pensaba que esas almas tendrían algo mejor que hacer en el purgatorio que evitar que yo llegara tarde a clase por una escultura que debí trabajar un mes antes, pero ellas insistieron en que las almas tenían que purificarse y cumplir las peticiones que se les hicieran, por muy tontas que fueran estas. Una de esas almas sería rescatada del fuego para sufrir una penitencia posiblemente peor que la que venía padeciendo: despertarme.
El plan consistía en pasar la noche realizando una obra objet trouvé compuesta con el material que fui adquiriendo durante mis paseos, excursiones y las cubas de escombros en las que me gustaba rebuscar, y acompañarla de una memoria justificativa, mi especialidad. Aunque el tema me fuese desconocido, siempre tuve facilidad para estirarlo y reconducirlo a un lugar seguro para mí. Sospecho que la mitad de las veces aprobaba por brasas.
Solo pensaba en las ánimas observándome y esperando para hacer acto de presencia. No era creyente, pero había visto suficientes películas de terror como para saber que nunca hay que bajar la guardia. Más que una artista preocupada por la construcción espacial, esa noche fui una suerte de Dumbo en plena borrachera perturbada por elefantes tricolor.
≪Ya están aquí,
entorno a la cama van
al revés, cómo acróbatas,
terror me dan, me quieren enloquecer≫.
Sugestión, pavor o un poco de las dos, abrí los ojos un instante antes de que sonara el despertador. La mirada que me dirigió la tita mientras caminaba hacia el baño decía ≪te lo dije≫ y en el fondo quiero creer que nunca me llegué a dormir.
Camino de la facultad estaba la cerámica de Juan Oliver en la que se representan a las ánimas benditas gritando desesperadas en el fuego del infierno completamente eclipsadas por un jilguero que si lo encuentras en la composición te casas. Guiñé un ojo a esos pobres pecadores y continué hacia mi entrega.
Tanto mi profesor como yo sabíamos que no sería gran escultora, así que durante la revisión del proyecto lucí mi boina negra para intentar compensar con actitud una obra bastante deficiente. En lugar de la memoria, un pequeño poema:
≪Con dos palitos y una concha,
mas de chóped parece una loncha≫.
Cosillas
🔥
Esa cerámica de Juan Oliver de la que os hablaba. Fiel representación de pecadores en el purgatorio o simplemente sevillanos andando por las calles a partir de abril.
🐐
Este chavalín de deliciosa voz enterneciendo a una cabra a la que canta ‘Set fire to the rain’ de Adele.
📖
‘El Gran Libro de Satán’ es una antología de relatos, ensayos y poemas de demoños en todas sus formas. Una edición maravillosa de Jorge de Cascante ilustrada por Alexandre Reverdin.
🐰
Los conejos asesinos de los manuscritos medievales son una de mis cosas favoritas del arte. Te llegan flashes de ‘Los caballeros de la mesa cuadrada’, ¿verdad?
😈
‘Le génie du mal’, la escultura de Lucifer sexy que talló hace dos siglos Guillaume Geefs y que daba ganas de pintarse un pentáculo invertido en la frente.
Por cierto, me puso un 6,5.
❤️ Un abracito, Nazaret.
Hola! Mi abuela también me decía lo de las ánimas benditas para despertarse. Gracias por habérmelo recordado. Me encanta tu Newsletter :)